Riguroso directo.

El año pasado el conquense Luís Madariaga fue reconocido como el mayor levantador de peso del mundo al levantar treinta y dos kilos usando únicamente su meñique derecho; esto le ha valido una mención el Libro Guiness y la fama nacional, apareciendo en periódicos y programas de televisión. Con sus proezas de fuerza y su simpatía Luís se ganó el corazón de los españoles, llegando a ser el pregonero de las fiestas de su ciudad el verano pasado.

Esta noche en el aniversario del premio, Luís saldrá en la televisión para ser entrevistado por Andreu Buenafuente. Cuando aparece en el escenario el público aplaude, su familia está entre el público, sus padres, sus hermanos, su novia… Buenafuente le saluda, se sienta en el sofá; en realidad no es tanto una entrevista como una conversación. Salen imágenes de Luís llevando las bolsas de la compra por Cuenca, las sujeta con los meñiques por supuesto; se cruza con gente que le saluda, él responde a los saludos pese al peso de la compra; en casa levanta a su sobrino usando los meñiques también. Por último aparece haciendo pesas con una mano mientras trabaja en su ordenador con la otra. También aparecen imágenes del año pasado en la competición de levantamiento de meñique de Glasgow en la que se convirtió en campeón del mundo.
En un momento dado pasan un micrófono entre gente del público, gente que le pregunta curiosidades; “Qué es lo más raro que has levantado?” “¿Nunca te has roto el dedo?” y cosas así. En un momento dado dan el micrófono a un hombre muy mayor, delgado y vestido de negro. El hombre tiene un aspecto grave y empieza hablar.
-Luís, no sé si te acordarás de mi. Soy Esteban, del colegio… Sé que han pasado muchos años… Hay algo que tengo dentro y no puedo seguir así. Lo siento mucho Luís, sé que no puedes perdonarme por lo que te hice.
Es otro puto cura pederasta, nada nuevo. Se forma un gran jaleo, Buenafuente lo expulsa del plató, la gente le abuchea, hay amagos de agresión; de hecho lo van a retener y están llamando a la policía.
Luís solo insiste en que nunca le hizo nada con los dedos pequeños, nunca con los pequeñines.

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