Estaban muy en desacuerdo, discutiendo acaloradamente; no es tanto una diferencia de opinión como un enfrentamiento ideológico, aún más, una total falta de respeto por la posición del otro. Acaban de llegar a la fase de los insultos y un de ellos muy acelerado le grita al otro:
-¡Tu opinión me la paso entre los huevos!
Ha sido un lapsus, pero tomémoslo en serio, cojamos este nuevo nivel de desprecio. Pasarte algo «por» los huevos es ligero, cómico; incluso haciéndolo literalmente no resulta violento, es un gesto gracioso frotarte algo contra la entrepierna sobre los pantalones.
Pasártelo entre los huevos es infinitamente peor, es una propuesta con detalle, una imagen anatómica muy desagradable; coger la opinión de otro, bajarte los pantalones y con mucho cuidado pasar sus ideas entre tus dos huevos. Un roce de pelos y escroto muy agobiante, como estar atrapado entre dos almohadas sudadas.
-¡La Biblia me la paso entre los huevos!
Hostia, pasarte objetos físicos entre los huevos, un objeto grande; hacerlo pasarte entre tus huevos como si fuera una tarjeta de crédito.