Hay un queso especial en Cerdeña que se hace metiéndole dentro gusanos para mejorar el sabor. O yo qué sé, igual solo los meten por morbo.
La idea es que en lugar de gusanos lo que se cría en el queso sean personas diminutas para las que el tiempo avanza mucho más rápido. Un poco como si fuera queso producto de tecnología más allá de las leyes físicas. No quiero decir que un loco haya realizado asombrosos avances solo para hacer queso; sencillamente es posible y se hace, debe ser un queso alienígena.
Y a estas personas se las deja vivir y poblar el queso durante para lo que ellas son siglos, incluso milenios. Sobre el queso se forman civilizaciones, se progresa en las condiciones de vida; estos pequeños hombres y mujeres del queso crean poblados, cultivos, ciudades y con el tiempo llegan a niveles de desarrollo propios de nuestro siglo XX.
No sé como lo hacen, no sé qué cultivan, no sé de dónde sacan los metales o el petróleo; pero lo hacen. Supongo que es parte de la receta del queso, es posible que junto con los humanos se introduzcan vetas de minerales, reservas de petróleo y plantas y animales en miniatura para ser usados por estas pequeñas personas.
Pero no es ningún queso de sibaritas eh, comenzó como una curiosidad al nivel de Ferrán Adriá, después se comercializó en círculos especializados y pronto llegó a los supermercados.
Este queso tiene muchas variedades, todas ellas centradas en el nivel de desarrollo de estas personas del queso. Quesos blandos, de sabor suave hechos con quesos jóvenes que no han llegado a albergar una cultura sedentaria. Quesos más curados, de sabor y consistencia muy fuertes por la expansión y densidad de la población agrícola. Quesos con sabor ácido y amargo, salpicado de regiones industrializadas y contaminación; sabores nuevos fruto de la tecnología de una civilización avanzada.
Puede parecer una fantasía absurda o un cuento barato, pero si nos despojamos de la visión antropocéntrica veremos que no es una idea tan loca. Para una civilización extraterrestre que domine el espacio y el tiempo podría resultar plausible e incluso apetitoso. No voy a decir que de hecho estemos viviendo en ese queso; pero tampoco me atrevo a negarlo.