El hijo de Bill Gates es ingresado por una apendicitis la víspera de su cumpleaños. La fiesta se cancela, pasará la noche en el hospital y ni siquiera podrá tomar tarta por la anestesia, con suerte estará fuera del hospital la noche después de su cumpleaños. Aquella noche en el hospital la pasa muy triste y nervioso, le cuesta mucho quedarse dormido aunque está muy cansado y de pronto tiene muchas ganas de mear y decide salir con mucho cuidado de la habitación.
Joder, parece que el puto circo está visitando el hospital, el pasillo está lleno de payasos, músicos y malabaristas que le dan globos y lo llevan hasta el ascensor, donde hay un payaso obeso disfrazado de botones. En la cafetería encuentra a sus padres y sus amigos del colegio que le cantan el cumpleaños feliz cuando entra. Empiezan a hacer juegos de cumpleaños, como ponerle la cola al burro, hacer muñecos con globos y jugar con ellos; un grupo de payasos disfrazados de médicos y pacientes hacen números y acrobacias con cosas del hospital, incluso hacen una carrera de sillas de ruedas llevando a los niños por los pasillos del hospital.
Más tarde vuelven a la cafetería donde les espera una tarta muy grande con montones de velas encendidas, se reúnen todos en torno a la tarta y le vuelven a cantar el cumpleaños feliz mientras se preparan para servirla. Entonces, cuando el niño abre la boca y se echa hacia atrás para coger aire y soplar las velas alguien desde su espalda le pone un pañuelo con cloroformo en la cara y cae desmayado.
Al día siguiente despierta en el hospital con una cicatriz en el vientre y su apéndice en un tarro en la mesilla.