Llevan un mendigo a cada partido. No lo hacen por caridad, lo hacen por tradición, lo hacen porque cuando se fundó el club en 1919 se creía que los vagabundos traían suerte. Cogían a un mendigo al azar en la ciudad en la que juegan el partido, lo adecentaban un poco y lo ponían en el banquillo. Al final del partido lo vuelven a a dejar en la calle. Hoy día lo siguen haciendo, pero ya nadie cree que de suerte; de hecho ni siquiera resulta ético. La presencia de mendigos en banquillos es tan anacrónica como los desfiles del ejército en semana santa, pero igual que éstos resulta pintoresco y atrae a los turistas. El mendigo en el banquillo como figura cómico-folclórica, viejos yonkis en el banquillo gritando con voz cazallera insultos racistas y amenazas al arbitro.