Los países de Europa oriental son muy suyos. Rezan a otros dioses, conducen coches extraños, sus mujeres están muy potentes y comen cosas que nosotros no querríamos ver ni en un zoo. Pero las diferencias más asombrosas están en las pequeñas cosas. Como en Rumanía, que no utilizan platos.
Utilizan unas cosas raras de alambre. Ponen la comida en unos rollos de alambre, en unas bobinas grandes. En las grandes cenas, como en la cena de Navidad hacen una especie de jaulas conmemorativas, como madejas de cable revuelto. Es una tradición antiquísima, de hace miles de años; de cuando comer sobre un montón de alambre era el culmen del lujo y el prestigio.