Mesaias (+18)

Estás cachondo, muy cachondo; tienes muchísimas ganas de follar. Estás cachondo como nunca jamás antes, estás cachondo como si toda tu vida hubiese estado dirigida a este momento preciso de extrema excitación sexual. En este momento lo único en lo que puedes pensar es en follar y sabes que tienes que conseguir entrar a ese garito para conseguirlo. Sí, tienes mujeres (u otros objetos) alrededor haciendo cola contigo, pero necesitas estar dentro para mojar.

Tu necesidad de entrar al garito viene de tu deseo de follar, pero de alguna forma ha conseguido superponerse a éste y parece tener más importancia el acceso al lugar que el lúbrico acto del que esperas participar dentro (follar). No estás solo, has venido con amigos, amigas, familiares; parece que toda la gente que conoces ha venido aquí y todos con la intención de follarse a algo sea como sea.

Y joder, en la puerta del sitio hay un tío que parecería normal si no es porque está intentando avisaros a gritos de que si entráis a ese lugar moriréis todos, que el aire está envenenado, no hay comida ni bebida y hay osos que os esperan para mataros y comeros. Que el camino es largo, que lleváis días de cola avanzando contracorriente entre los cuerpos de otros menos afortunados que vosotros.
Que la vida es algo más que una estúpida trampa que nos obliga a tener hijos y morir, que el océano es hermoso y eterno.

Tú eres un salmón (asúmelo) y de lo que estamos hablando es de algo totalmente nuevo. Incontables generaciones de salmones y truchas se han adentrado en los ríos para poner huevos, esa es vuestra vida. Nacer en el río, vivir en el mar y volver al río para reproduciros y morir envenenados por el agua dulce.
Nunca ningún salmón había planteado el problema. Él no propone no follar solo quiere encontrar un lugar para desovar que no sea mortal de necesidad. Ha visto un lugar cercano en el que una fábrica vierte algún tipo de magma tóxico, es un sitio pequeño pero la temperatura es la adecuada para fundar una familia.

Otros salmones discuten con él, le dicen que eso no puede ser, que si fuera posible ya se habría hecho antes. Le tratan de loco, le acusan de comportarse como un iluminado demente, un mesías branquiado que predica utopías.

salmon2

Tu cabeza no da para tanto y ya estás saltando cascadas río arriba con tu pene de pez muy erecto intentando copular con algún congénere despistado.
Y mueres. Procreas, pero mueres. Tus hijos crecen y se lanzan río abajo pero a ti te come algún puto gilipollas que te ha clavado un anzuelo y te ha sacado del agua a rastras.

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La cosa es que el iluminado aquel de vertido tóxico consiguió fundar una pequeña colonia junto a otros salmones que le escucharon y están teniendo pececillos.
Peces sanos que ahora nadan por el mar junto a tus hijos y tú aunque estás muerto te sientes indignado porque tú no te jugaste la vida esquivando zarpazos de osos para que ahora tus hijos se críen junto a los hijos de otros peces que pensaron de forma diferente y prefirieron no ir río arriba como los salmones normales.

2 comentarios en “Mesaias (+18)

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