Preparar un bocadillo para las niñas porque hoy tienen excursión en el colegio y envolverlo con aluminio. Una envoltura perfecta y sólida conseguida con un baño de aluminio fundido; tener en la cocina una piscina de aluminio fundido y unas pinzas de acero para poder sumergir los bocadillos.
Técnicas de la industria del metal usadas en una cocina familiar, minerales en estado puro, combustibles pesados y gases letales usados para preservar una comida destinada a ser consumida dentro de unas pocas horas.
Toda esta dedicación es un claro caso de sobreprotección y no puede traer nada bueno. El bocadillo podría durar mil años dentro de su caparazón metálico pero tus hijas son incapaces de abrirlo y sus compañeras del colegio se burlan de ellas y las llaman «las del bocata de metal», las profesoras ya han cogido la costumbre de llevar un bocadillo de casa para dárselo y que no pasen hambre.
También han denunciado el caso a los servicios sociales pero el caso ha sido desestimado porque envolver la comida con metal sólido no está tipificado como una forma de maltrato infantil.
Joder, envolver un sandwich, lanzar aluminio en estado líquido a una frágil estructura de pan de molde industrial; no sobre un sólido bocadillo con corteza resistente e impermeable.
Todo esto sin considerar que la envoltura pesa el doble que el bocadillo.