Los platillos volantes existen. Los hay. Que tú no hayas visto uno no sigifica que no existan, tampoco has visto nunca un esquimal y no por ello dices que son una fantasía paranoide. De hecho a algunas personas nos parece más plausible la existencia de máquinas voladoras en forma de disco que la presunta presencia de un grupo étnico que vive desde hace siglos en territorios cuya temperatura máxima es de cero grados basando su dieta casi por completo en el consumo de carne de foca.
Ahora bien. Una cosa es que haya máquinas voladoras de origen desconocido y otra que ésta estén tripuladas por alienígenas; parecen cosas que están íntimamente ligadas pero en realidad la única especie que conocemos que ha construido vehículos que se desplazan por el aire es el ser humano. No entiendo en qué puede ser necesaria una biología extraterrestre para diseñar o dirigir una nave voladora. Aquí en la tierra tenemos buenos pilotos ya. Tenemos a Amelia Earhart1, al Barón Rojo2, tenemos a Mohamed Atta3; no necesitamos a ningún sucio inmigrante espacial para tener platillos voladores
Podemos tener a nuestros propios sucios inmigrantes pilotos si queremos.
Los platillos voladores son reales, muy reales y muy caros.
Cuestan muchos (muchos) billones, repito, billones; no son un ferrari al alcance de un CR7 cualquiera que ha ganado un par de cientos de millones con un golpe de suerte. Son máquinas muy sofisticadas y muy caras diseñadas para paliar el tedio de personas que tienen tanto dinero que no tienen en qué gastarlo. El platillo volante representa el culmen de la tecnología aeronáutica con su perfecta redondez; no puede estar al alcance de cualquier mindundi con la tarjeta del Travel Club4.
Vuelan gracias a sistemas de propulsión experimentales que les permiten surcar los cielos del planeta de un lado al otro en cuestión de segundos, son tan espectaculares como inseguras y por ello su existencia es mejor que quede en secreto.
Su popularización indudablemente llevaría a un cielo caótico con cientos de estrellas del pop adolestence competiendo en carreras ilegales para acabar estrellándose en nuestras ciudades, actores de capa caída pilotando borrachos, jugadores de fútbol insultando a controladores aéreos; en resumen, el fin de la civilización tal y como la conocemos.
No querrías ver lo que puede hacerle a tu primogénito un platillo volante fuera de control, debemos mantenerlos en manos responsables.
Solo pueden ser pilotados por superhombres que han demostrado ser capaces de dominarlos, personas muy dotadas; personas que por ejemplo sean dueños de grandes corporaciones internacionales, bancos de prestigio o compañías punteras en tecnología, grandes empresarios que controlan fábricas de ropa en otros continentes; superhombres capitalistas cuya fortuna demuestra una capacidad de adaptación y una responsabilidad que no está al alcance de meros mortales.
Joder, Bill Gates echando carreras con Amancio Ortega y Mark Zuckerberg; Emilio Botín matándose con su ovni y los medios de desinformación tapándolo con un vulgar infarto.
1Está muerta.
2Éste se murió antes incluso.
3Éste hay quien dice que ni existe.
4Ese club de transformistas.
Tú lo que eres es un sucio machista.
Lamento muchísimo que el único ejemplo de piloto femenino que he encontrado sea el de una mujer que se murió porque tenía mal sentido de la orientación y quiso pararse a preguntar en medio del Océano Pacífico.
Con respecto a la aparente ausencia de superhombres capitalistas que sean mujeres poco puedo hacer; sé que muchos de esos superhombres capitalistas querrían ser mujeres, pero el dinero no puede pagarlo todo.
Yo una vez le conteste a alguien que me llamó machiste y termine repleto de correo de odio.
http://cerdovenusiano.wordpress.com/category/hatemail/
Ten cuidado.
Lo importante es impedir que el costo disminuya.
Reblogueó esto en Cerdo Venusianoy comentado:
Siempre lo sospeche