Sueñas que te crece pelo, mucho pelo, kilos de pelo saliendo de tu cabeza y doblándote el cuello, pelo que sale de tu nariz y te asfixia, pelo en el dorso de las manos que te hace sentir menos que humano, tus piernas atrapadas entre metros de pelo negro enmarañado.
Despertar así, despertar convertido en una bola de pelo oscuro que se menea con el viento.
Joder, que el gato te coma, que tu gato coma bolas de pelo en vez de vomitarlas.
(Al final la pesadilla era tener un gato con un comportamiento anómalo.)
Yo a veces sueño que tengo que construir catapultas de asedio en una isla de blanca arena y aguas cristalinas.
La próxima vez que tengas ese sueño quiero que pienses muy fuerte en Torres Quevedo, ingeniero español del siglo XIX, concéntrate fuerte en Torres Quevedo y deja que todo fluya; coge su mano, coge mi mano.
Confía.
(Lo haces y te robo la cartera, tú sigues en la isla porque todo era un timo para robarte la cartera a través de tu propio sueño.)