Pelota y barbacoa.

La multitud aplaude enfervorecida cuando los jugadores salen al campo de juego saludando agitando sus raquetas. Ha venido gente de toda la comarca, el partido es el evento cumbre de las fiestas de San Horacio de Luerga; lo juegan en una plaza que hay detrás de la iglesia donde hay unas gradas y unos postes de los tiempos de Carlos II. Les pasan un par de pelotas y por turnos empiezan a lanzar golpes contra la red. Sí, contra la red. Sí, dos pelotas. Aunque en realidad no son pelotas ni es una red; las pelotas son dos cantos de río y la red es una cuerda de la que cuelgan chorizos, morcillas, jamones, es una red pero también es como el mostrador de una charcutería. El juego va de lanzar muy fuerte las piedras para conseguir descolgar algo para comértelo luego.

Tras unos minutos cae el primer chorizo y los jugadores se retiran para dejar entrar a la siguiente pareja entre los aplausos del público. Junto a una parrilla se van reuniendo los jugadores para compartir sus trofeos en una alegre comilona. Entretanto el público sigue muy atento al juego, se pasan el año esperando para ver a dos hombres lanzar piedras contra embutidos, tienen sus favoritos incluso, hay mucho pique entre los diferentes pueblo; no se dejan distraer por la barbacoa, comer chorizo a la brasa es algo que pueden hacer cualquier día del año.

Joder, que lo que cuelgue de la red sea ganado, ganado vivo; que haya un montón de gallinas colgadas del pescuezo y el juego consista en conseguir decapitarla y hacerla caer lanzando piedras con la raqueta. Gallinas, conejos, lechones, corderos lechales pataleando y hasta una puta ternera entera; una ternera recibiendo pedradas por parte de unos paletos mientras un montón de gañanes aplauden y comen pipas sentados en una grada. Por supuesto que los ecologistas están muy en contra de todo esto pero no pasa nada porque nunca consiguen llegar al pueblo, es un pueblo imaginario y solo puedes llegar si yo quiero así que la fiesta puede continuar sin interferencias animalistas.

Si esto fuera un juego de un pueblo de norteamérica la auténtica competición empezaría en torno a la parrilla; no se daría ninguna importancia al evento deportivo sino que habrían creado un espectáculo basado en comer muy rápido la mayor cantidad posible de embutidos caseros.
Así que aunque pueda parecer muy bárbaro lo de matar animales a pedradas entre aplausos creo que es bastante más digno eso que una competición de engullir comida sobre un escenario.